ECONOMÍA

Una nueva fecha del Censo Nacional de Población y Vivienda puede postergar las demandas regionales para una nueva distribución de recursos. Analistas critican “contradicciones” en el Gobierno y observan que por la falta de datos, el país “camina a oscuras”.

Cambiar la fecha del operativo censal previsto para 2022 postergaría la posibilidad de conocer cómo está el país en materia de salud, educación, vivienda, acceso a servicios básicos y tecnología, así como sobre el uso de energía, empleo y migración regional; información necesaria para la “toma de decisiones en materia económica y social”, aseguró a LARAZÓN el analista económico José Luis Carvajal.

Mientras que el economista Jimmy Osorio acotó que “posterga la aplicación de políticas adecuadas que puedan generar las autoridades nacionales y departamentales, porque estamos caminando a oscuras y con datos de 2012 (último censo efectuado en el país)”.

También identificó el “incumplimiento de la normativa vigente en el país, que plantea que los censos nacionales de población y vivienda deben ser efectuados cada 10 años”.

POLÉMICA. La discusión surgió a raíz de un anunció del director general ejecutivo del INE, Humberto Arandia, quién la pasada semana afirmó que “en la medida que se tenga todas las condiciones técnicas financieras y logísticas, cumplidas a cabalidad, este proyecto puede tardar tres años y medio. Entonces estamos hablando de manera optimista; si se cumple todos estos requisitos, mínimamente el censo poblacional se realizaría en 2024”.

Esta declaración fue criticada por Osorio, al señalar que la población requiere “niveles de certeza” porque con los datos del censo “no solo se ve el tema poblacional para la distribución de recursos o escaños (legisladores por departamento), sino también se obtiene información concreta sobre pobreza, vivienda, educación, salud, ingresos, trabajo con precisión sobre algunas proyecciones que se pueden dar”.

De igual manera, Carvajal expresó su preocupación por que esta postergación de dos años del nuevo operativo censal responda a decisiones políticas del Gobierno antes que a razones técnicas. “Están retrasando la posibilidad de contar con información” clave para asumir medidas económicas y sociales, además postergan las aspiraciones regionales para acceder a más recursos, dijo.

Así como los analistas, surgieron críticas regionales que se concentraron en Santa Cruz y el anuncio de articular acciones cívicas para la realización del censo. Por ejemplo, el electo gobernador de Santa Cruz Luis Fernando Camacho advirtió que el aplazamiento del censo “puede generar confrontación e inestabilidad en el país; Luis Arce debe actuar responsablemente, tiene un año para organizar el censo”.

Ante esa situación, el viernes pasado el Gobierno salió a aclarar que por el momento no hay ninguna definición sobre el año de realización del Censo de Población.

A través de un comunicado, el Ministerio de Planificación del Desarrollo señaló: “Se tiene a bien aclarar que el Gobierno Nacional no ha definido el año en el que se realizará el censo. Por tanto, el planteamiento efectuado por el INE es una sugerencia”.

COORDINACIÓN. Para Osorio la aclaración del Gobierno no sólo puso al descubierto “contradicciones”, sino también una falta de coordinación entre las autoridades del Ministerio de Planificación del Desarrollo y del INE, en un tema delicado como es dar “certidumbre” a la población sobre la situación del país y la información de sus principales indicadores económicos.

Asimismo calificó de “loable” la decisión del Gobierno de “desautorizar y desmentir” a Arandía, precisando que el operativo censal “no es una cuestión exclusiva del INE sino es un tema de Estado, porque a través de este proceso se definirá políticas y el destino del país. Deben poner sus barbas en remojo”, parafraseó.

No obstante insisitió que “nunca coordinaron en el nivel central y secundario”, sobre la importancia del censo para la toma de decisiones.

Respecto a las demandas regionales, el 8 de abril pasado, el INE informó que en esta gestión Bolivia alcanzará los 11.842.000 habitantes, es decir, se proyecta un crecimiento del 11,3% con relación a los resultados del censo de 2012 cuando la población sumó 10.027.254.

Con estos datos oficiales comenzó a debatirse en niveles políticos sobre la posibilidad de llevar adelante en el país una nueva distribución de recursos de coparticipación tributaria para las regiones con mayor población, sobre todo en departamentos como Santa Cruz y La Paz.

En el primer caso se estimó que en esta gestión los habitantes cruceños llegarán a 3.363.400, lo que representa un crecimiento del 21,1% comparado con los datos censales de hace nueve años, cuando alcanzó a los 2.655.084 habitantes.

DECISIÓN. En tanto, en La Paz se observa un crecimiento del 11,3% que, comparado con la medición de 2012, la población de este departamento llegó a 2.706.000 habitantes y la proyección para este año es de 3.023.800.

Esta proyección “preocupa al Gobierno, porque tendrá que quitar recursos a algunos (departamentos o municipios) y probablemente subir a otros”, según análisis de Carvajal, quien consideró que técnicamente una nueva distribución se puede efectuar al inicio de cada año. “No se necesita un censo”, sostuvo.

En tanto, el analista de presupuestos públicos y fiscalidad de la Fundación Jubileo, René Martínez, dijo que las proyecciones de población del INE no cambian los factores de distribución de recursos en Bolivia, como son los de coparticipación tributaria para municipios, “porque la Ley Marco de Autonomías (Ley 031) establece en su disposición transitoria tercera que las transferencias de coparticipación se realizarán en función de los datos del último Censo de Población, entonces tiene que ser con los resultados oficiales del nuevo censo”.

Reiteró que las proyecciones no afectan los recursos y que se debería esperar los resultados del próximo censo poblacional.

Observan la falta de datos de 2020

CRISIS. Los datos del censo son claves para definir políticas para salud, educación, empleo e ingresos que requiere la población

Según evaluación del analista económico José Luis Carvajal, existe “hermetismo” en el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre los datos del Índice Global de la Actividad Económica (IGAE) a diciembre de 2020, así como del desempeño del PIB al tercer y cuarto trimestre del pasado año.

“Llama mucho la atención porque la metodología no se ha modificado y no se ha hecho un cambio del año base de las cuentas nacionales, que podrían provocar estas demoras, pero no hay nada de eso”, indicó.

Consultado a qué atribuye las demoras en la difusión de este tipo de información que procesa el INE, Carvajal no dudó en señalar que existe “una decisión desde algún nivel del Ministerio de Planificación del Desarrollo o del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, en su caso, de otro nivel más alto que ha pedido que las cifras del desempeño de la economía no sean publicadas”.

Conforme al calendario estadístico del INE, en enero de este año, debía presentar la información del PIB trimestral a septiembre de 2020 y a la fecha no se cumplió con la programación.

Y el IGAE a diciembre del pasado año debía publicarse en febrero y este mes debería conocerse el PIB al cuarto trimestre de 2020 pero “no hay nada”, observó el analista.

El ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, en la “Rendición pública de cuentas final-2020” efectuada en febrero, con datos al primer semestre de la gestión pasada, mencionó que el PIB de Bolivia se contrajo en el segundo trimestre de 2020 hasta en un -11,1%, y que la economía nacional se situó en el antepenúltimo lugar de crecimiento en Sudamérica, siguiéndole Argentina (-12,5%) y Perú (- 17,1%). Y en marzo, en la presentación del Programa Fiscal Financiero 2021 se anunció de forma directa un crecimiento de 4,4% y una inflación controlada de 2,6% para esta gestión.

POBLACIÓN. Conforme a los datos del INE, la esperanza de vida de los bolivianos subió un 6,2% entre 2012 y 2021. Hace nueve años, este indicador llegaba a 69 años y la proyección para esa gestión es de 73 años.

“Esto demuestra que debido a la esperanza de vida hay más personas adultas en el país, lo cual obviamente tiene sus efectos económicos, al haber más personas de 60 años, la Renta Dignidad que se tiene que pagar cada año va creciendo también y todos los beneficios a los adultos mayores”, dijo el analista.

Asimismo, Carvajal destacó que en Bolivia los adultos llegan a 1,3 millones de habitantes, a diferencia de hace 10 o 15 años, cuando este grupo poblacional no pasaba del millón, datos que se obtiene a partir de proyecciones, concluyó.